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El rincón del periodista y la tecnología

El camino más rápido de comunicación

La telefonía móvil se ha convertido hoy en día en una necesidad básica. No hace muchos años comenzaron a circular unos teléfonos portátiles que ocupaban un maletín de mano entre baterías y los elementos de comunicación, a unos precios totalmente prohibitivos para el público general. Su uso estaba restringido a ejecutivos con gran necesidad de ellos y personas con medios capaces de permitirse el capricho. Hoy en día cabe en el bolsillo de la camisa, tienen amplias prestaciones y su precio es asequible.
En un principio, la forma más original de comunicarse era el SMS (Short Messaging Service), una aplicación que permitía el envío de pequeños mensajes textuales, aunque limitado (160 caracteres). Aún así, el SMS se expande rápidamente, y comporta una evolución en el modus operandi de la sociedad. Más tarde aparece el WAP (Wireless Access Protocol), una tecnología con inicios decepcionantes, que mejora su aplicación gracias al MMS (Multimedia Messaging Service). Internet deja de ser una promesa en el aparato celular, se puede navegar por páginas informativas de forma similar a la Internet convencional, aunque con las limitaciones de los terminales telefónicos (pantallas pequeñas, teclados incómodos...).
Sin embargo, a efectos periodísticos, el WAP significa un salto cualitativo importante respecto al SMS, ya que no tiene las limitaciones de esta tecnología en relación al número máximo de caracteres por mensaje. Esto permite ofrecer piezas más ricas, en las que se muestran pequeños gráficos, imágenes e iconos. De todas maneras, el WAP resulta ser un fracaso.
Con la llegada de la tecnología GPRS (General Packet Radio Service), que permite una comunicación de datos más rápidos y fiables, y de los terminales multimedia, las posibilidades periodísticas de las tecnologías SMS y WAP han experimentado un giro importante. La aparición de este nuevo parque de terminales, comercializados desde medios del año 2002 y que en la actualidad representan un 10% del total, significa un nuevo cambio de paradigma comunicacional: el teléfono deja de ser un teléfono y se convierte un medio que combina funciones del organizador personal, del reproductor de música digital, de la radio, de la consola de videojuegos, del ordenador personal (correo electrónico, acceso a la Internet convencional), de la televisión (vídeos), de la cámara fotográfica y también, lógicamente, del teléfono móvil.
Y ahora es el tiempo de la tecnología UMTSnull, que es el último campo donde se adentran los operadores, en el cual se espera que se abran toda una serie de nuevas oportunidades basadas en la producción de boletines especializados, de informaciones de última hora (bolsa, deportes), de servicios (tiempo, urgencias, guías urbanas), micromagazines. Para ello se requiere de un repackaging del contenido, y es imprescindible diseñar productos nuevos donde la brevedad, el criterio de selección y la capacidad creativa y de interesar al usuario son vitales para su éxito.
El móvil es un elemento muy personal y por tanto todo aquella información que no haya sido solicitada por el usuario puede resultar muy intrusiva. Además los consumidores son cada vez más sensibles a información no solicitada. Por ello las empresas que utilicen este medio deben concienciarse de la importancia que tiene la personalización total para cada usuario. El concepto de opt-in, cobra cada vez más importancia en este aspecto. El usuario debe tener control absoluto sobre lo que recibe en el móvil.
Por otro lado, está la problemática de qué hacer con los aparatos celulares que se quedan antiguos con la llegada de los nuevos. Como cualquier otro tipo de residuo, se elimina como componente de los residuos sólidos urbanos, en un contenedor de recogida urbana, y su fin es terminar en un vertedero o, como mucho, recuperado como chatarra. Pero este es un residuo de los catalogados como electrónico. Esta compuesto de una larga serie de componentes que pueden ser recuperados, entre los que se encuentran las baterías, que pueden ser de ion de litio, de níquel, de cadmio y de hidruro metálico, las carcasas de plástico y los circuitos impresos, con partes de elementos como platino, plata, etc. Ante esta situación, algunas administraciones han tomado la iniciativa de recoger selectivamente y reciclar posteriormente estos elementos. Estas empresas ya colaboran en este plan de Multisectorial de Empresas Españolas de Electrónica y comunicación ASIMELEC, inició a principio de 2001, una campaña de recogida y reciclaje denominada Tragamovil. Pero todavía hay mucho que hacer, y no la sociedad no debe descuidarse.
Está claro que el teléfono móvil es algo más que un simple aparato que se lleva y se traslada de un sitio para otro, que suena con melodías, con polifonías o tonos reales, que molesta o es inoportuno, que es culpable de accidentes de tráfico (y en algunos casos hasta con fallecidos), que sirve para presumir ante los amigos por el último modelo del mercado, y que marca, a pesar de nuestros pesares, a todos en nuestra comunicación. Se quiera o no, el móvil es el camino más rápido de información, aunque aún presente algunas limitaciones.

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